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La zafra 2024 en Tucumán: Logros, contratiempos y perspectivas

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Ing. Jorge Scandaliaris. EEAOC

Una base sólida para una zafra histórica

La zafra 2024 en Tucumán será recordada como un año clave en la historia de la agroindustria azucarera de la provincia. Este período, forjado sobre las bases de las condiciones excepcionales del año anterior, combinó avances tecnológicos, inversiones estratégicas y un manejo técnico eficiente, lo que permitió proyectar cifras récord en términos de producción.

El desempeño positivo de la zafra 2023 marcó un antes y un después, gracias a los buenos precios del azúcar que se extendieron hasta principios del 2024. Estos precios alentaron tanto a los productores como a los industriales a realizar renovaciones y mejoras largamente postergadas. Los cañaverales fueron revitalizados mediante la incorporación de nuevas variedades más resistentes y productivas, mientras que los ingenios realizaron el mantenimiento necesario en sus instalaciones para optimizar la molienda.

A partir de septiembre de 2023, las lluvias comenzaron de forma oportuna y constante, brindando un escenario ideal para el desarrollo saludable de los cañaverales. Tanto fue así que la EEAOC llamó a productores agrícolas e industriales a tomar los recaudos necesarios para adoptar decisiones sobre comercialización y proporción adecuada de los distintos productos que puede elaborar esta agroindustria.

Este panorama alentador llevó a los actores del sector a prepararse para lo que prometía ser una de las mejores campañas de la historia de la caña de azúcar en Tucumán.

 

Contratiempos en el camino

A pesar del optimismo inicial, la zafra 2024 enfrentó una serie de contratiempos significativos que marcaron su curso. Entre los factores adversos más importantes se encuentran:

Huelga gremial. En los primeros meses de la zafra, una huelga en el sector azucarero interrumpió temporalmente las actividades de cosecha y molienda, situación que tuvo un impacto directo en la producción. Este paro laboral causó la pérdida de 336 mil toneladas de caña, que no pudieron ser procesadas debido a la capacidad limitada de los ingenios para recuperar el tiempo perdido. Este evento resaltó la necesidad de alcanzar acuerdos laborales más estables y predecibles para evitar interrupciones en futuros ciclos productivos.

Heladas en julio. Uno de los eventos climáticos más severos del año fue la serie de heladas que afectaron principalmente las regiones sur y centro de la provincia a partir del mes de julio. Estas heladas, caracterizadas por su intensidad y duración, dañaron una gran cantidad de cañaverales, reduciendo tanto la calidad como el volumen de la materia prima disponible.

Este daño fue compensado de alguna manera por el trabajo de los frentes de cosecha que bajaron la altura del despunte de la máquina cosechadora y dejaron parte de materia prima que podría estar afectada por la helada y no tenía calidad suficiente para ser aprovechada en el ingenio.

Quema de cañaverales. Como suele ocurrir en estos casos, la incidencia de heladas incrementó el riesgo de quemas en los cañaverales. El follaje seco y las condiciones climáticas facilitaron la propagación del fuego, lo que resultó en la pérdida de algunos lotes que no pudieron cosecharse por falta de calidad.

Lluvias intensas. La ocurrencia de intensas lluvias el 8 de octubre, alcanzando volúmenes excepcionales en varias zonas para la época, también alteraron la marcha de la cosecha. Mientras que el promedio habitual para ese mes es de 65 a 70 mm, los registros superaron los 150 mm y, en algunas áreas, llegaron a 200 mm. Aunque estas precipitaciones podrían haber resultado beneficiosas para el rebrote de la caña ya cosechada, su exceso saturó los suelos, dificultando el acceso de maquinaria a los cañaverales en pie y paralizando temporalmente las labores de cosecha.

 

 

La zafra se interrumpió por varios días según la situación de cada ingenio. Este proceso generó complicaciones, ya que los equipos de cosecha tuvieron que trasladarse en busca de terrenos donde el piso para el tránsito fuera más accesible, perdiendo capacidad de cosecha y molienda, lo que provocó que el avance de la zafra se ralentizara significativamente. El suelo, totalmente saturado, presentó obstáculos incluso ante lluvias menores posteriores.

Las condiciones adversas llevaron a que algunos ingenios optaran por detener sus actividades debido a la baja productividad. Por otro lado, ingenios como La Florida trabajaron hasta el 6 de diciembre, extendiendo la zafra mucho más allá de lo habitual, en un esfuerzo por aprovechar al máximo la materia prima disponible. La ejecución de estas tareas bajo las condiciones mencionadas provocaron en algunos casos efectos indeseables, como  los daños en las cepas de caña, lo que podría afectar la población de tallos para el próximo ciclo productivo. En algunos casos, las máquinas quedaron atascadas y requirieron la intervención de tractores para ser retiradas, causando daños adicionales. Como resultado, se espera que la productividad de ciertos lotes disminuya significativamente en la zafra 2025.

Los inconvenientes señalados contribuyeron a que quedaran en pie aproximadamente 400 mil toneladas de caña que no pudieron ser procesadas. La mayor parte de esta materia prima se concentró en el departamento Burruyacú, una zona que estuvo entre las menos afectadas por las heladas registradas durante el ciclo; y por ello, haber dejado la caña en pie no representó un problema significativo para su integración en la zafra 2025.

 

Un esfuerzo conjunto para maximizar resultados

A pesar de las adversidades, el ritmo de molienda alcanzado durante la zafra 2024 fue notable. Desde el inicio de la cosecha, los ingenios mostraron un compromiso sostenido por procesar la mayor cantidad posible de materia prima. Este esfuerzo, respaldado por un mantenimiento previo de las instalaciones y una planificación estratégica, permitió alcanzar un total de 17 millones de toneladas de caña molida, a pesar de las interrupciones.

La producción total incluyó 1,57 millones de toneladas de azúcar equivalente destinada tanto al consumo interno como a la exportación. La región (considerando Tucumán, Jujuy y Salta) derivó en cerca de 600 mil toneladas de azúcar, equivalente a la fabricación de 580 millones de litros de alcohol, un producto cada vez más relevante para diversificar las fuentes de ingresos y estabilizar el mercado azucarero.

El desempeño de los ingenios, especialmente el de La Florida, que lograron extender sus operaciones hasta diciembre, fue un ejemplo claro de la resiliencia y la capacidad de adaptación del sector frente a las dificultades.

 

Perspectivas para la zafra 2025: retos y oportunidades

Con la vista puesta en el próximo ciclo, las perspectivas para la zafra 2025 presentan un panorama diverso. Entre los aspectos favorables se encuentra el estado de los cañaverales cosechados antes de las lluvias de octubre, que muestran una buena población de tallos, un indicador clave para garantizar un buen rendimiento.

Además, la renovación de lotes con nuevas variedades de caña liberadas por la EEAOC promete una mejora significativa en la producción, gracias a su mejor desempeño tanto productivo (rendimiento en materia prima y calidad) como sanitario.

Sin embargo, persisten desafíos importantes. Los daños residuales en los cañaverales causados por la compactación del suelo durante la cosecha 2024 podrían limitar la productividad en ciertas zonas. Asimismo, la posibilidad de nuevas heladas durante el invierno del 2025 sigue siendo una incógnita crucial que podría alterar las proyecciones iniciales.

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