Revista Avance
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Cuando el agua (simbólica) nos llega al cuello

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La historia del naufragio del Titanic -especialmente su representación cinematográfica- logró instalarse en el imaginario de muchos como una perfecta alegoría de una evitable tragedia. El dramatismo de ese espectáculo consiste en la evidencia de lo irreparable del daño y su ya imparable consecuencia, y en el concierto de valores, conductas y responsabilidades que se exhiben entre los pasajeros y tripulantes en el desarrollo de los hechos. Un escenario simbólico en el que ricos y pobres quedan presa del “sálvese quien pueda” y expuestas ahí su condición, sus virtudes y sus miserias. Por lo que se nos cuenta, algunos pudieron más que otros, y todo por culpa seguramente de otros, pero lo cierto es que la que terminó hundiéndose es la nave en la que viajaban todos.

¿Se trató de una fatalidad o, como puede deducirse de distintos análisis, de una suma confusa de defectos constructivos, infundada soberbia, impericia e imprevisión, además del miope desempeño de un vigía?

Otra serie de interrogantes pertinentes se desprenden del icónico incidente. ¿De qué porción de nuestro mundo sería hoy metáfora el Titanic? ¿Es el país, la región, el sector desde el que participamos del concierto, o se trata ya de todo el planeta? Interrogantes que valen en las actuales circunstancias, porque aunque navegamos en conjunto por un océano mundial riesgoso y turbulento, hay para cada caso y contexto, además del planetario, recursos y soluciones para fortalecer la quilla y eludir el témpano.

Los hay en nuestro país para prevenir por ejemplo los efectos dañinos de las sequías, fortalecer la resistencia y la aptitud productiva de los cultivares que utilizamos, detener la contaminación ambiental y proveer biomasa y tecnología para la transición energética, y para diseñar sistemas productivos fungibles con los que garanticen el mejor aprovechamiento alimentario, económico y social de sus resultados. Los hay para la agroindustria pero también para otros compartimientos del barco.

En esa convicción se nutre la provisión de contenidos que desde aquí ofrecemos. Nociones y razones que abonen el quehacer agroproductivo y el camino de la necesaria -y responsable-construcción de consensos.

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